#Hablemos de historia: El origen del Empoderamiento

Mentora de mujeres líderes que buscan evolucionar con consciencia y propósito.
Periodista, Coach y Asesora de Imagen

El origen de la palabra empoderamiento surge en la década de los años 60 a raíz del trabajo de Paulo Fraire, experto en educación y uno de los pedagogos más destacados del siglo XX. El “diálogo” en Freire es un componente central de su pedagogía, llamando la atención sobre las condiciones de desigualdad y de opresión que niegan la posibilidad de dialogar. De ahí la necesidad de crear acciones que permitan hacer partícipes a todas las personas de la construcción del mundo humano y cultural, la cual es una perspectiva inaudita bajo condiciones de dominación socio–cultural.

 

El término se aplica a todos los grupos vulnerables en un proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, tienen visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven.

Naila Kabeer (1997) se refiere a él como una vía alternativa de desarrollo frente a los paradigmas dominantes y un objetivo de organizaciones populares feministas. El concepto de empoderamiento incluye la palabra «poder» y se refiere al «proceso de ganar control sobre uno mismo, sobre la ideología y los recursos» (Batliwala, 1993).

 

Desarrollo del concepto

El año 1975 marcó a nivel internacional el inicio de una nueva etapa en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres. La Organización de Naciones Unidas (ONU) con el propósito de elaborar estrategias y planes de acción para el adelanto de las mujeres, convocó la 1ª Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en la ciudad de México. Fue la primera conferencia internacional que se centró exclusivamente en cuestiones de la mujer, lo cual marcó un punto de inflexión en las directivas políticas. A partir de ahí, las mujeres fueron vistas como parte del proceso para desarrollar e implementar acciones políticas, y mayor participación en la educación y capacitación, empleo, salud, familia, entre otras áreas.

 

A mediados de los años 80, surge el enfoque en el desarrollo centrado en aspectos del empoderamiento femenino como una solución a las asimetrías de poder entre hombres y mujeres. La Conferencia de Beijing de 1995, permitió un fuerte avance hacia la equidad de género en el mundo, y el concepto penetró en el discurso oficial asociado a la idea de que el empoderamiento de las mujeres contribuye al logro de las metas globales del desarrollo. Este hito marcó un punto importante porque, además de reunir las delegaciones de los distintos países, se consolidaron cinco decenios de avances jurídicos dirigidos a garantizar la igualdad de género, tanto en las leyes como en la práctica. Participaron en las negociaciones más de 6.000 delegadas/os gubernamentales y más de 4.000 representantes acreditadas/os de organizaciones no gubernamentales. .

A partir de este ciclo, el empoderamiento femenino ha sido abordado desde diferentes ópticas, y es considerado el proceso mediante el cual las personas, organizaciones y comunidades logran control sobre sus asuntos. Es así como las personas se dan cuenta de la función del poder dentro de sus vidas personales y laborales, y desarrollan habilidades para mejorar el control de las mismas. 

Empoderamiento como acción colectiva

 

Desde una perspectiva feminista, el empoderamiento de las mujeres abarca desde el cambio individual a la acción colectiva. Diversas autoras han destacado la importancia de las agentes de cambio a la hora de facilitar las condiciones que permitan a las mujeres iniciar sus propios procesos de cambio. Kabeer (1997) señaló el positivo papel de las organizaciones de base innovadoras que, creando espacios para escuchar a mujeres y utilizando metodologías participativas, ayudan a desafiar los estereotipos convencionales respecto a las necesidades de las mujeres, hacen visibles ciertos intereses que permanecían ocultos.

 

En la reivindicación de los derechos humanos de las mujeres, su aceptación por parte de los países y de los organismos internacionales, reconocen la labor de éstas, situación que ha impulsado el camino del empoderamiento, elemento clave en la visibilidad y reconocimiento del trabajo del movimiento feminista a lo largo de la historia.

 

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